El rostro de la misericordia / Daniel Conway
Decir ‘sí’ al Príncipe de la paz significa decir ‘no’ a la guerra
“Esto es la guerra, un viaje sin meta, una derrota sin vencedores, una locura sin excusas” (Papa Francisco, mensaje de Navidad Urbi et Orbi de 2023).
El Papa Francisco aborrece la guerra, a la cual califica de una “locura sin excusa” y de “derrota sin vencedores.” En la guerra no hay ganadores, solo perdedores que han pagado un precio desorbitado.
Como dijo el Papa en su mensaje de Navidad de 2023 a la ciudad y al mundo (Urbi et Orbi):
Isaías, que profetizaba al Príncipe de la paz, escribió acerca de un día en el que “no levantará la espada una nación contra otra”; de un día en el que los hombres “no se adiestrarán más para la guerra,” sino que “con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas” (Is 2:4). Con la ayuda de Dios, pongámonos manos a la obra para que ese día llegue.
Las espadas y las lanzas eran, por supuesto, las armas utilizadas en la antigüedad. Hoy en día, han sido ampliamente superadas por las modernas armas de destrucción masiva.
El Papa Francisco las detesta tanto o más que a la propia guerra. “Para decir ‘no’ a la guerra es necesario decir ‘no’ a las armas,” afirma el Santo Padre. “Porque si el hombre, cuyo corazón es inestable y está herido, encuentra instrumentos de muerte entre sus manos, antes o después los usará. ¿Y cómo se puede hablar de paz si la producción, la venta y el comercio de armas aumentan?”
Como padre espiritual, al Papa Francisco le aflige ver a sus hijos masacrados por la locura de la guerra. Al señalar la guerra que asola Tierra Santa, el Papa expresa:
Que llegue [la paz] en Israel y Palestina, donde la guerra sacude la vida de esas poblaciones; abrazo a ambas, en particular a las comunidades cristianas de Gaza—la parroquia de Gaza—y de toda Tierra Santa. Llevo en el corazón el dolor por las víctimas del execrable ataque del pasado 7 de octubre y renuevo un llamamiento apremiante para la liberación de quienes aún están retenidos como rehenes. Suplico que cesen las operaciones militares, con sus dramáticas consecuencias de víctimas civiles inocentes, y que se remedie la desesperada situación humanitaria permitiendo la llegada de ayuda. Que no se siga alimentando la violencia y el odio, sino que se encuentre una solución a la cuestión palestina, por medio de un diálogo sincero y perseverante entre las partes, sostenido por una fuerte voluntad política y el apoyo de la comunidad internacional. Hermanos y hermanas, recemos por la paz en Palestina y en Israel.
Por supuesto, Tierra Santa no es hoy el único escenario de guerra. El Papa Francisco reza regularmente por el pueblo de Ucrania y por las víctimas inocentes de la guerra en Siria, Yemen, Armenia, Azerbaiyán, la región del Sahel, el Cuerno de África y Sudán, así como Camerún, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur.
En nuestro mundo cada vez más interconectado, la guerra está hoy en todas partes. Nos afecta a todos y hace que nuestras vidas sean más complicadas y más difíciles, ya que nuestros corazones están con todos los que sufren los efectos inmediatos de la guerra.
El Papa Francisco nos pide a cada uno, hermanas y hermanos de todos, que seamos las voces de las víctimas oprimidas de la guerra. De hecho, dice que es Jesús quien hace esta petición:
Desde el pesebre, el Niño nos pide que seamos voz de los que no tienen voz: voz de los inocentes, muertos por falta de agua y de pan; voz de los que no logran encontrar trabajo o lo han perdido; voz de los que se ven obligados a huir de la propia patria en busca de un futuro mejor, arriesgando la vida en viajes extenuantes y a merced de traficantes sin escrúpulos.
El Sumo Pontífice reza para que el Hijo de Dios, que se entregó por nosotros y se hizo un niño pequeño, “inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano, para hallar soluciones idóneas que lleven a superar las disensiones sociales y políticas, a luchar contra las formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas, a resolver las desigualdades y a afrontar el doloroso fenómeno de las migraciones.”
El Papa Francisco concluye su mensaje de Navidad con un llamamiento a todas las personas de buena voluntad de todas las regiones del mundo para que rechacen la guerra y abracen la paz. Al hacerlo, responderemos con alegría a la llamada del Señor en las palabras de la profecía de Isaías “llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros” (Is 61”1).
(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.) †