Mensaje de Navidad del Arzobispo Charles C. Thompson
Queridos hermanas y hermanos en Cristo:
¡Bendiciones de Navidad!
Pase lo que pase en nuestras vidas, en nuestras relaciones y en el mundo que nos rodea, la Natividad de nuestro Señor Jesucristo, el verbo hecho hombre, es motivo de regocijo. ¡La salvación está cerca!
Actualmente nos encontramos en nuestro segundo año del Renacimiento Eucarístico Nacional, con la mirada puesta en el 10.º Congreso Eucarístico Nacional que se celebrará en Indianápolis del 17 al 21 de julio de 2024, para toda la Iglesia católica de Estados Unidos.
Celebramos y proclamamos la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía—su cuerpo y su sangre, su alma y su divinidad—que es posible gracias a la Encarnación de Dios haciéndose uno con nosotros en todo, menos en el pecado, mediante el nacimiento de Jesucristo.
Nacido en la pobreza durante una época de gran opresión y persecución para los que esperaban a un salvador prometido, Jesús se atrevió a acoger la plenitud de nuestra humanidad para que pudiéramos compartir su divinidad.
En la Encarnación, el nacimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, Dios se nos da a conocer de una forma muy íntima. Siempre presente para nosotros, especialmente en la Palabra y los Sacramentos, mediante la gracia divina podemos elevarnos por encima de la opresión y la persecución de este mundo para vivir como testigos de la fe, la esperanza y la caridad en el poder de Dios para salvar, sanar, reconciliar y redimir a la humanidad.
Al quedar perpetuamente a nuestra disposición en la Santísima Eucaristía—marcada por su vida, pasión, muerte y resurrección, desde el pesebre hasta la cruz—nuestro Salvador continúa alimentándonos y sosteniéndonos como discípulos misioneros que siguen transformando el mundo en su nombre. En medio de la creciente polarización, las guerras, la violencia y la injusticia, el testimonio de nuestra unidad como Cuerpo de Cristo es hoy más necesario que nunca.
Que nuestra celebración de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo sea una participación en la alegría de la Santísima Virgen María y de san José, en medio de las dificultades, retos e incertidumbres que encontremos.
Que el espíritu de la Navidad prevalezca en nuestras mentes y corazones mientras procuramos ser reflejo de la alegría del Evangelio.
Orando para que cada persona y familia pueda vivir un encuentro profundo con la persona de Jesucristo,
quedo de ustedes en Cristo,
Arzobispo Charles C. Thompson