Mantengámonos centrados en Cristo durante este período tan difícil
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Reciban un cordial saludo en nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Si el conocido dicho de que “la ausencia aviva el cariño” encierra algo de verdad, nuestro cariño por los sacramentos, especialmente por la eucaristía, y por nuestros compañeros se avivará enormemente. La situación sobre la pandemia de COVID-19 pareciera cambiar minuto a minuto. Desde mi mensaje anterior para ustedes, nuestro gobernador, al igual que los de otros estados, ha emitido la orden de “quedarse en casa” por lo menos hasta el 6 de abril.
Especialmente a la luz de que han continuado aumentando drásticamente los casos confirmados en todo el estado de Indiana, continúa en vigor la suspensión de misas públicas, así como también todas las restricciones litúrgicas, sacramentales y pastorales. Debemos comprender que la finalidad de esta medida no es tanto para proteger a nuestros sacerdotes, aunque ciertamente necesitamos que estén sanos para poder servir a los fieles, sino para proteger vidas en general y, al mismo tiempo, mantener el enfoque principal en la salvación de las almas. En el caso de esta pandemia, el límite entre comportarnos de manera heroica y ser vectores de contagio del virus resulta muy difuso.
Los efectos que ha producido la pandemia en tan solo un par de semanas ya han perjudicado considerablemente a muchas de nuestras familias y comunidades en lo económico, emocional, mental y espiritual. Debemos permanecer fundamentalmente atentos a los pobres, los vulnerables y los ancianos, y preocuparnos por ellos. Incluso a pesar del “distanciamiento social” y de la orden de “quedarse en casa,” la Arquidiócesis y las parroquias continúan prestando servicios a los más necesitados, primordialmente en cuanto a alimento y techo. Cada uno de nosotros puede hacer su parte, incluso a la distancia, y comunicarnos con parientes, amigos y vecinos. Estemos particularmente pendientes de aquellos que quizá se sientan abrumados por la ansiedad, la depresión, el temor y la soledad.
Donde algunos ven un desafío, otros tal vez vean una oportunidad. Por supuesto que esta es una época de desafíos y dificultades, pero para las personas de fe, esta también puede ser una época de oportunidades. Algunos me han contado que están aprovechando esta situación para hacer la limpieza de primavera, para revisar cajas llenas de recuerdos y mirar fotos viejas. Quizá esta sea una ocasión para profundizar en nuestra vida de oración, para hacer un examen de conciencia, para la lectura espiritual, para reflexionar sobre las Escrituras, estudiar para comprender mejor las enseñanzas católicas y para agradecer nuestras bendiciones, tanto individualmente como en familia.
No nos descorazonemos en estos días e incluso semanas tan difíciles. Apuntalémonos con la oración y no olvidemos que somos hijos amados de Dios que hemos sido declarados por Jesucristo coherederos del reino eterno de Dios. En estos últimos días de la Cuaresma, recordemos que seguimos llevando la cruz de Jesús en esta vida para poder compartir su victoria y su gloria en la vida eterna. En cada uno de nuestros hogares, mantengámonos centrados.
Con la certeza de mis oraciones continuas y mis mejores deseos quedo de ustedes en Cristo,
+Charles C. Thompson
Arzobispo de Indianápolis