Seeking the Face of the Lord
Jesucristo es la verdad, no una filosofía efímera
De verdad creemos en lo que decimos cuando rezamos el Credo en la misa?
El domingo pasado celebramos la festividad de la Santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este es el misterio central de nuestra fe católica. Nuestra convicción de que la segunda persona de la Trinidad, Jesucristo, es Dios y hombre, se encuentra vinculada integralmente a nuestra creencia en la Trinidad. Decimos: “Por supuesto que creemos en ello.” ¿Realmente es así?
Recientemente leí un artículo sobre la fe en Cristo, escrito por el obispo Peter Sartain de la diócesis de Little Rock. Lo cito aquí en numerosas ocasiones para ilustrar mi planteamiento.
“Muchos de nuestros sacerdotes al burlarse de sí mismos por haber traído a colación un argumento evidente, citan a un pastor ficticio a quien le encanta decir: ‘Jesús dijo, y yo suelo estar de acuerdo…”
“Es una frase excelente. ¡Como si un pastor pudiera alguna vez juzgar las enseñanzas de Jesús!”
“La frase me hace reír, pero también me hace pensar. Me pregunto si en ocasiones nosotros los cristianos abordamos las enseñanzas de Jesús como algo con lo que podamos estar de acuerdo o no, como si se tratara simplemente de una de las múltiples filosofías de vida entre las cuales podemos elegir, según se adapten a nuestras susceptibilidades.”
“La tendencia moderna de otorgarle el mismo peso a todas las ideas y opiniones ejerce un efecto sutil pero devastador en la vida cristiana, porque nos induce a pensar que no existe una tal verdad absoluta. Si creemos que no existe tal cosa, nunca podremos creer verdaderamente que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. En consonancia con los hábitos modernos, podríamos juzgar las enseñanzas cristianas como aceptables, razonables, o incluso atractivas, pero eso está muy lejos de ser realmente cristiano.”
“La misión del Hijo de Dios no era enseñar una filosofía sino revelar la Verdad para que seamos salvos. Él mismo es la Verdad, la Verdad Absoluta. Él mismo es la revelación completa de Dios.”
Recientemente se ha publicado en los medios de comunicación un extracto de la homilía que le dio el Cardenal Joseph Ratzinger a los cardenales antes de que entraran al cónclave y lo eligieran como Benedicto XVI. El Santo Padre habló de la “dictadura del relativismo” en la cultura contemporánea como un asunto de gravedad para nuestra fe católica. Los expertos ven el comentario del Papa como una señal de negativismo y pesimismo. En efecto, el Papa Benedicto argumentaba que la sociedad del siglo XXI suele desestimar la posibilidad de una verdad absoluta. Las implicaciones serían muy serias si se considera que todas las filosofías y todas las opiniones tienen la misma validez y se aceptan como tales. Si uno se suscribe a esta teoría del relativismo, está negando que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Y por consiguiente, se desmorona uno de los dogmas fundamentales de la fe cristiana.
El obispo Sartain escribió: “Tengo la sensación de que si examináramos a fondo nuestras endebles opiniones bajo la luz del Evangelio, nos daríamos cuenta de que no “estamos de acuerdo” con Jesús… Sería como decir ‘Jesús dijo, pero yo no estoy de acuerdo…’ Es impensable que un cristiano diga eso, pero tal vez hagamos exactamente eso y con mucha más frecuencia de lo que queramos admitir.”
“Somos cristianos, no jueces de Jesús, sino discípulos que lo aceptamos como la Verdad que ilumina cada aspecto de nuestras vidas. Para los cristianos no existe ningún rincón recóndito de la vida que no le pertenezca a Jesús y que no estemos dispuestos a entregarle a él.”
Una cosa es aferrarse a ese “rincón recóndito de la vida que no le pertenece a Jesús”, y otra es tener inquietudes de fe con las cuales lidiamos en nuestra oración a él. ¿No fue acaso el difunto cardenal Henry Newman quien expresó que mil preguntas no necesariamente constituyen una sola duda? Es decir, una cosa es admitir que tenemos dificultades para entender algunas de las enseñanzas de Jesús y otra muy distinta es aferrarnos a nuestras diferencias y vivir de acuerdo a ellas.
A través de los tiempos, los santos canonizados y los teólogos santos han estudiado y rezado por la revelación de la Trinidad de Jesús y el misterio de su encarnación, para poder lograr un entendimiento más profundo y aprecio por la fe cristiana. Las bibliotecas están llenas de dichas investigaciones teológicas. Pero al final, como todos los demás cristianos, los grandes académicos y santos de todas las épocas terminan de rodillas realizando la misma profesión de fe. Existe una Verdad Absoluta y no se trata de una filosofía. Es Jesucristo, quien puso de manifiesto al Padre y nos prometió al Espíritu Santo como guía. †