Seeking the Face of the Lord
Cobertura de los medios de comunicación en relación al Papa y otros temas católicos
Enhorabuena a los medios de comunicación por su excelente cobertura de la enfermedad, muerte y rituales funerarios del Papa Juan Pablo II! Los corresponsales han trabajado ardua y generosamente, y los editores han realizado decisiones conscientes para dedicar mucho espacio a este evento histórico, que también resulta importante para muchas personas. Les estamos profundamente agradecidos.
Ahora el centro de atención está cambiando de la reflexión sobre el legado del antiguo Papa, a la especulación acerca del futuro Papa. Si bien no es de sorprender, para algunos la especulación requiere de un cambio difícil. Sin embargo, esta es una extraña oportunidad para la catequesis de nuestra fe católica.
Primero que nada, es una oportunidad para que nos eduquemos a nosotros mismos como católicos. Es también una oportunidad para educar al público acerca de algunas de las dimensiones más complejas de la doctrina y las prácticas de nuestra Iglesia. Esta no es una tarea fácil. Además, algunas de las verdades de nuestra fe no son bien recibidas. Por ejemplo, se me preguntaba con frecuencia cuál pensaba yo que podría ser el legado permanente del Papa Juan Pablo II. A pesar de que es difícil de precisar, sugerí que sería su énfasis constante e inquebrantable en la dignidad de la persona humana en cada etapa de la vida, en una cultura que menosprecia cada vez más la dignidad humana. No les sentó bien. No se trata necesariamente de una crítica a los compañeros de los medios de comunicación quienes han trabajado arduamente para entender nuestra fe católica y nuestras prácticas.
Sin embargo, es importante que nosotros discernamos sobre algunas de las premisas silentes contenidas en gran parte del discurso público y la especulación que envuelve a la inminente elección e institución de un nuevo Papa.
Por lo general los medios de comunicación operan sobre el principio de presentar reportajes “justos y equilibrados”. Con frecuencia esto significa buscar un punto de vista positivo sobre un determinado asunto, y también un punto de vista opuesto o crítico. Este principio parece justo. Su implementación es, en ocasiones, difícil y otras, cuestionable. Muchas veces se citan a personas que se encuentran reñidas con las enseñanzas o la disciplina de la Iglesia. Ellos tienen sus propios principios que desean imponer. Sé de al menos un ejemplo en el que el “católico” citado había abandonado la Iglesia hacía años. Con frecuencia los reporteros no están al tanto de la situación (o la situación poco ventajosa) de una persona dentro de la Iglesia. Obviamente, por el bien de su propia credibilidad, la persona citada no comparte esta información con el reportero.
A algunas personas se las presenta como “expertos” en las enseñanzas y prácticas de la Iglesia, pero una investigación más a fondo podría indicar que la aseveración anterior no es fidedigna. Tenemos que aplicar nuestro discernimiento para evaluar lo que oímos, vemos o leemos. Así que ¡cuídense los lectores!
Una suposición común es que todo cambio en el pontificado de la Iglesia Católica indica una oportunidad para cambiar la doctrina y la disciplina de la Iglesia. La elección e instauración de un nuevo Papa no lo faculta para cambiar arbitrariamente la doctrina de la Iglesia. La doctrina instituida de la Iglesia se encuentra bajo la custodia del Papa en comunión con el colegio universal de obispos, comúnmente conocido como el Magisterio de la Iglesia. La noción de la evolución de la doctrina de la Iglesia incluye la continuidad de las enseñanzas transmitidas a través de la tradición. Es decir, no existe una ruptura con las enseñanzas del pasado. Lo que se espera durante todas las épocas es el refinamiento continuo de las enseñanzas para hacer que la doctrina sea más inteligible en los años subsiguientes. Intuyo que es una especulación sin fundamento, tal vez más precisamente una vaga esperanza, de parte de algunos, sugerir que ciertas doctrinas antiguas de la Iglesia puedan o deban cambiar.
No podemos esperar que los medios de comunicación laicos puedan entender y transmitir fácilmente la complejidad de las enseñanzas de la Iglesia. Sin embargo, tenemos la obligación de ayudarlos a informarse de la mejor manera posible. Para la mayoría de nosotros, esto significa informarnos nosotros mismos de ciertas enseñanzas en discusión. Les recomiendo que consulten El Catecismo de la Iglesia Católica como una fuente confiable.
El desafío de transmitir información sobre la Iglesia Católica y sus prácticas, especialmente en Estados Unidos y Europa Occidental, es doble.
Primero, la Iglesia fundada por Cristo está estructurada jerárquicamente, es decir, no se instituyó como una democracia o una república. Este concepto es extraño a nuestra cultura. Sin embargo, la estructura fundamental de la Iglesia no es una entidad política separada de su esencia teológica. La estructura y la doctrina se encuentran interrelacionadas. El análisis del funcionamiento de la Iglesia esencialmente como un modelo de “poder” o un paradigma, resulta engañoso.
Segundo, la Iglesia fue fundada como una entidad espiritual, por el Cuerpo Místico de Cristo. Por lo general, se malentiende, por no decir que se ignora, el impacto de esta faceta de la Iglesia. El título del Papa como Vicario de Cristo es un título espiritual. Por ejemplo, no se pretende sugerir que el Santo Padre es el líder de todos los cristianos. Por Providencia Divina, se le ha encargado imitar a Cristo, el Buen Pastor, en su santidad y en el cuidado de aquellos bajo su tutela. †